Se la amante que mantiene indiferente la lápida de amor.
No profanes el sepulcro.
Se la amante de los suspiros exiliados hasta el borde de la roca.
No dudes en el precipicio.
Permanece inmóvil, mimetizada en esencia perecedera.
Acecha el alimento, el declive por amar.
No malgastes tu fuerza pronunciando el te quiero nupcial.
Se la amante que esperan de ti.
Seduce,
y reza para apresar el vivo deseo de aparearte,
y entre cortinas de follaje, devora.
Entrelaza las piernas tejiendo redes, atrapa el deseo y eyacula.
Se la “Mantis” silenciosa que muda los “te quiero” dejados en la piel.
Se y no des nombre a ésta lápida que encierra mi roca.
Pueden los días deambular, lo sé
y completar el ciclo para dar comienzo a otra forma
que no sea animal,
mas sé que soy mortal y la roca,
polvo será en un orgasmo… en un segundo.
© Maribel Díaz (5.3.17)