La tarde que tapiaron el parque
supe que no regresarías.
Tras los muros quedaron
pétalos mutilados.
Quieres dichos en un jardín sin jardinero que deshaga
la enredadera
que se aferra a este inmortal delirio.
Recubierta de una vieja carcasa
anquiloso mis huesos en este banco acuchillado.
Viñetas de corazones observan el paso a esto años que asiento: ¡Jeroglíficos!
Otros me quiere o no
dejados a su suerte al sol y, ¿cuántos llegarán a su destino?…
Aún me parece oír el insistente goteo de la cabeza de pez.
Se secó la fuente.
Nuestro reflejo
se ha corrompido.
Maribel Díaz
(Del poemario Línea perpendicular de mi pecho)