A mi madre
LLueve fuera
y dentro de mí, cada gota es un enjambre sin reina.
El frío devora la noche dejando náufrago el vacío
y en mi cabeza, aguijones de recuerdos.
Enjambre de estrellas en un templo de nostalgia.
Credo: –¡Te echo de menos!
No sé si son las circunstancias
pero este momento de arritmias que consumo
tienen revueltas mis ironías.
Me atormenta el zumbido moribundo del tiempo
y cuánto importa decir, te quiero.
Excomulgada de tus besos
clavé tu mirada en mi colmena
y en el destierro, bebí del cáliz de tu sonrisa
para no atragantarme.
Te fuiste pronto
plena de juventud y cuando mejor lo estabas viviendo
y yo me quedé…
con este enjambre
dentro de un confesionario inconfesable.
Odio, miedo, impotencia, dudas, peguntas sin biblia.
Me quedé atea
de conocernos, entendernos, querernos, con falta de ti.
Credo: –¡Te echo de menos!
Aún así, con esta falta
con este enjambre de abejas que pican mi alma
llegará el día
aclarará la mañana y de nuevo
brillará el sol ¿y tú?
–Tú, seguirás faltando
¡Maravilloso!, …. el zumbido moribundo del tiempo. ¡Cómo vas creciendo! Echo de menos la escuela y su magia y también escucharnos. Un abrazo poeta.
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